Localidad: Busto de Bureba

Fecha: Tercera semana de Agosto

PregónLas fiestas patronales de acción de gracias de Busto de Bureba se celebran en honor de la patrona de la localidad, la Virgen de Mediavilla, hacia la tercera semana de agosto, aunque tradicionalmente tenían lugar en septiembre, cuando se concluían las actividades agrícolas.

Pese al éxodo de la gente de los pueblos a las ciudades, en fiestas Busto recupera durante estos días la alegría y el bullicio que tenía la localidad hace décadas y multiplica por cuatro o por cinco su población. Es también en estas fechas cuando puede apreciarse con nitidez la actitud participativa, el buen ánimo, el fervor religioso o la hospitalidad de la gente de Busto con sus visitantes.

Oficialmente, la fiesta comienza un jueves, con la lectura del pregón de fiestas y el lanzamiento del chupinazo, aunque en los días anteriores algunos signos ya van anunciando la llegada de los festejos: Busto se va llenando de gente, de hijos del pueblo que tuvieron que emigrar pero que no se pierden la cita anual con sus antiguos vecinos, las calles se van adornando de banderitas, las peñas se afanan en preparar sus chiringuitos, las amas de casa engalanan la iglesia....

 El programa varía cada año pero algunas actividades son fijas edición tras edición. El viernes, tras la misa, la procesión recorre el pueblo hasta la ermita, donde se canta "Viva la virgen de Mediavilla, que en nuestro pueblo tiene su altar". Ese mismo día se celebra normalmente los concursos de dibujo y de disfraces infantiles. El sábado no puede faltar el torneo de fútbol Villa de Busto, contra algún equipo de categoría de la provincia o la región, y, por la noche, los fuegos artificiales. Y el domingo, cuando la fiesta toca a su fin y no queda sino esperar a la del año siguiente, tras la traca final es inexcusable tomarse un chocolate en el local de Los Zamakukos.

 Naturalmente, todas las tardes hay baile y todas las noches verbena. Y desde hace unos años, los chiringuitos de las peñas y los bares de la localidad prolongan la juerga hasta horas insólitas de la mañana. Los más animados pueden incluso enlazar con el vermut, y rivalizar en dos actividades también típicamente bustanas: la ingesta de gildas y el cántico de jotas. Y, después de una siesta reparadora, los más juerguistas pueden rengancharse a una nueva jornada de festejos que incluirá el lanzamiento a los monos, deporte habitual de la madrugada, el juego del tarrillo y, si se tercia, el de las chapas.

 El lunes es el día de resaca pero, para suavizar la pena, es tradicional organizar patatadas por todo el término municipal, con gran disgusto, en ocasiones, de los propietarios de huertas. Con las últimas brasas se termina la fiesta. Los veraneantes vuelven a sus lugares de origen o saborean los últimos días de vacaciones y Busto va recuperando su placidez. Pero en la mente de todos, incluso en los que sólo vienen esos días, está el volver al año siguiente y disfrutar otra vez de las comidas familiares, el baile en la plaza y el reencuentro con los viejos amigos.